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Un testigo del intento de homicidio de la Cartuja señala la voluntariedad del acusado y que se reía

La Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla ha celebrado este miércoles el juicio promovido contra un acusado de un presunto delito de intento de homicidio cometido al asestar supuestamente varios golpes con el filo de una botella rota en el cuello y la cara de un joven, con el que había discutido en un aparcamiento ubicado junto a una discoteca de la Cartuja.

En su escrito inicial de acusación, la Fiscalía explica que los hechos habrían acontecido sobre las 5 horas de la madrugada del 8 de septiembre de 2022, cuando dos jóvenes estaban atendiendo a un tercero que se hallaba indispuesto en el aparcamiento contiguo a la discoteca Rosso de Antique, en la Cartuja, momento en el que habrían sido abordados por el acusado, Marouane T., de 27 años entonces, nacionalidad marroquí y con una orden de expulsión en su contra, por carecer de residencia legal en España.

El inculpado habría pedido «un cigarrillo» a los jóvenes, quienes le habrían contestado que «no tenían», según el Ministerio Público, que detalla que Marouane T. habría insistido en su requerimiento, sin hacer caso a las peticiones de uno de los jóvenes respecto a que «se apartara porque su amigo necesitaba espacio para que le diera el aire».

Según la Fiscalía, la situación fue tal que este joven «hubo de terminar por empujar» al acusado para «apartarle del lugar», tras lo cual el inculpado cogió del suelo «dos botellas de cristal», las rompió estrellándolas «contra el pavimento» y, siempre supuestamente, «acometió» contra el mencionado joven, cayendo ambos al suelo, donde el encartado «asestó» con el filo de una de las botellas rotas a su contrincante «diversos golpes en rostro y cuello», ocasionándole heridas faciales y una importante lesión en una «zona por la que discurren órganos que de haber sido afectados, hubieran podido provocar el óbice» de la víctima «en pocos minutos».

Así, la Fiscalía achaca a Marouane T. un presunto delito de homicidio en grado de tentativa, reclamando para él siete años de cárcel, con «limitación de la posibilidad de acceso al tercero grado hasta el cumplimiento efectivo de la mitad de la pena impuesta, momento en el que la pena pendiente será sustituida por la expulsión de España durante ocho años». Además, la Fiscalía reclama que le sea impuesta la prohibición de acercarse al joven víctima de los supuestos hechos o comunicarse con él, durante diez años.

Durante el juicio, un joven amigo de la víctima ha testificado que vio cómo el acusado habría arrojado una de las botellas que empuñaba a la víctima de los hechos, sin alcanzarle con ella, para después acometer en su contra con la segunda botella y finalmente enzarzarse en un «forcejeo» con el citado joven, con lo que ha destacado la «voluntariedad» del inculpado a la hora de atacar a la víctima, especialmente porque tanto un amigo del mismo como el resto de jóvenes presentes en la zona le habían «avisado» para que depusiese su actitud.

Este testigo ha dicho que si bien no presenció el momento exacto en el que el encartado clavó la botella al afectado, sí vio cómo le atacaba, que ambos estaban el uno frente al otro en ese momento y cómo después la víctima «sangraba muy fuertemente, sobre todo» del cuello, presentando además heridas incisas en la mandíbula y la cara.

Además, este testigo de los hechos ha detallado que tras la agresión, el inculpado «se quedó por la zona», donde fue interceptado e «inmovilizado» por los responsables de seguridad de la discoteca tras ser alertados los mismos, asegurando que el acusado «se reía» de lo sucedido.

Además, han testificado entre otros dos responsables de la seguridad de la discoteca, respaldando en ambos casos que el joven víctima de la agresión «sangraba muchísimo» por el cuello y que se aseguraron de interceptar a la persona que supuestamente habría cometido la agresión, en este caso el ahora enjuiciado; alertando en paralelo a los servicios sanitarios y a la Policía.

El jefe de seguridad del establecimiento, además, ha dicho que el inculpado manifestaba que había actuado para «defenderse», relatando de su lado un agente de Policía que no le pareció que los jóvenes amigos de la víctima presentasen síntomas de embriaguez.

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