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Un nuevo estudio apunta a la necesidad de actualizar las estrategias de vacunación contra la Covid-19

Científicos dirigidos por un equipo de la Facultad de Medicina Duke-NUS (Estados Unidos) han identificado tres serotipos distintos de coronavirus relacionados con el SARS, lo que pone de manifiesto la necesidad de vacunas que puedan proporcionar una protección de amplio espectro contra ellos.

Este descubrimiento, publicado en la revista ‘hLife’, sugiere que la inmunidad por vacunación o infección previa por un serotipo puede ser ineficaz contra otro o contra nuevas variantes. Esto se debe a que, aunque los virus de distintos serotipos pueden ser genéticamente similares, funcionan y afectan al sistema inmunitario de forma diferente.

El equipo de investigación, formado por científicos del Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas de Singapur, el Hospital KK de Mujeres y Niños, el Centre Scientifique de Mónaco y el Instituto Africano de Investigación Sanitaria, analizó 80 muestras de personas no vacunadas infectadas por diversos coronavirus relacionados con el SARS.

Los análisis anteriores se habían realizado utilizando muestras procedentes únicamente de animales o de personas vacunadas. Por tanto, no eran tan precisos ni pertinentes para determinar cómo afectan los distintos virus al sistema inmunitario humano.

Desde la detección del SARS-CoV-2 en diciembre de 2019, el virus ha evolucionado ampliamente. Las variantes resultantes son motivo de preocupación porque son más transmisibles o resistentes a los anticuerpos que bloquean la infección.

La variante Ómicron se detectó a finales de noviembre de 2021, portadora de más de 30 mutaciones aminoacídicas en la proteína espiga. Desde entonces, han aparecido rápidamente múltiples subvariantes, probablemente porque las vacunas han mejorado la inmunidad frente a las cepas de virus anteriores.

A principios de 2023, Ómicron XBB dominaba las infecciones por coronavirus en todo el mundo, con subvariantes que siguen evolucionando. Esto plantea serios retos a la eficacia de la inmunidad existente por infección natural o vacunación, y al desarrollo de vacunas de nueva generación.

Los científicos determinaron que un serotipo comprende el virus SARS-CoV-1 (del brote de SARS de 2003). El SARS-CoV-2 y sus variantes Delta y Beta constituyen el segundo serotipo. Aunque las subvariantes Omicron (BA.1, BA.2, BA.5) proceden del SARS-CoV-2, han evolucionado funcionalmente hasta convertirse en un grupo distinto y constituyen el tercer serotipo. Esto se ve corroborado por los datos que muestran que el suero de las personas infectadas por el SARS-CoV-2 no fue capaz de neutralizar los virus de sus subvariantes Omicron (BA.1, BA.2, BA.5) o incluso del SARS-CoV-1.

El equipo también descubrió que las últimas subvariantes, Ómicron XBB y BQ.1.1, han evolucionado hasta tal punto que, funcionalmente, son más similares al SARS-CoV-1 que su virus ancestral SARS-CoV-2.

«La fuerte presión selectiva impulsada por la inmunidad de la población favorece la aparición de nuevas variantes del virus. Las variantes Ómicron son distintas de su virus ancestral SARS-CoV-2 y pueden considerarse un grupo distinto en el contexto de las respuestas inmunitarias de los anticuerpos. Esto implica que la inmunidad preexistente al SARS-CoV-2 es insuficiente para prevenir las infecciones actuales y futuras», ha declarado el doctor Tan Chee Wah, coautor del estudio e investigador principal del Programa de Enfermedades Infecciosas Emergentes (EID) de la Duke-NUS.

«Es fundamental que comprendamos cómo afectan a nuestro sistema inmunitario las nuevas variantes emergentes. En este sentido, el serotipado ha sido un método muy útil y probado para clasificar subespecies de virus como el del dengue. Los resultados repercutirán en el desarrollo futuro de vacunas y en la investigación sobre pruebas de inmunidad con anticuerpos», ha añadido el doctor Zhu Feng, investigador principal del Programa EID de Duke-NUS y coautor del estudio.

«Virus como el del sarampión y el poliovirus han evolucionado poco o nada en su sensibilidad a la inmunidad inducida por vacunas durante décadas», ha declarado el autor principal, el profesor Wang Linfa. «Este no es el caso de la proteína espiga del coronavirus. Su gran plasticidad estructural, unida a la enorme diversidad de coronavirus animales, hace que su erradicación completa sea una tarea imposible con la tecnología actual. Necesitamos vacunas que puedan proporcionar protección contra el amplio espectro de serotipos de coronavirus», ha añadido.

Con estos conocimientos, su equipo trabaja ahora en el desarrollo de una vacuna de nueva generación cuyo objetivo sea ampliar la inmunidad frente a los coronavirus relacionados con el SARS. Ya se han hecho progresos en este campo. El equipo ha descubierto anticuerpos excepcionalmente potentes que pueden neutralizar prácticamente todas las variantes conocidas de la Covid-19.

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