La hermandad de la O ha presentado la restauración del terno de las hermanas Antúnez, gracias a la restauración del taller de Elena Caro. Cabe reseñar que, estos bordados fueron confeccionados para la túnica bordada de Jesús Nazareno, posteriormente para el terno de luto de la Virgen de la O y, ahora, los bordados han sido pasados a un terciopelo morado y saya blanca.
El 14 de septiembre de 1890, en el contexto de un ambicioso, complejo y amplio proceso de renovación de los enseres patrimoniales de la Archicofradía sacramental de La O, se presentan en cabildo de oficiales los dibujos realizados por Manuel Beltrán que conformaban el diseño de una nueva túnica bordada para la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Un mes antes se había aprobado la realización de un palio completo y manto bordado para la Santísima Virgen, en sustitución del de plata ruolz, y que hoy se conserva en la ciudad de Jerez de la Frontera. El encargo de la túnica se verificó pocos días después en el obrador de las hermanas Ana y Josefa Antúnez. La excepcional túnica que Nuestro Padre Jesús Nazareno se estrenó el Viernes Santo, 27 de marzo, del año siguiente y que pasa por ser la pieza bordada más importante que ha atesorado el ajuar del Señor.
Tras tres décadas de intenso uso, las influencias de la evolución estética acerca de cómo debía ataviarse a las imágenes de Cristo propiciaron que la pieza dejara de cumplir con su propósito. Tiempo después y ante la necesidad de ajuar bordado para nuestra titular dolorosa, en 1939 el bordador Guillermo Carrasquilla recibió el encargo de utilizar estos bordados para confeccionar diversas piezas, entre las que están el aludido manto y saya de terciopelo negro que ha llegado hasta la actualidad. Una operación, la de la reutilización de bordados que entonces era frecuente.
Estos bordados permanecieron así en uso durante ocho décadas integrando, entre otras piezas el llamado terno negro, que poco a poco y debido al uso y el paso del tiempo fue deteriorándose, llegando hasta nosotros en unas condiciones de conservación tales que en ocasiones se desaconsejó su uso, dando casi por perdidos estos importantes bordados.
Tras varias consultas a diversos profesionales, y de plantear todas las opciones posibles, en la tarde del jueves 6 de abril de 2022,tuvo lugar la firma del contrato con Carla Elena Meléndez, responsable del taller de sucesores de Elena Caro, para la recuperación de los bordados que hasta ahora han decorado el conjunto de color negro con que tradicionalmente recibe culto la bendita imagen de María Santísima de La O durante el mes de noviembre.
De las diferentes variables que se barajaron, se optó por tratar de recuperar y respetar el máximo posible de los bordados originales, pasándolos a un nuevo terciopelo, dado el deterioro y los defectos que presentaban.
De este modo se ha optado por un terciopelo morado para el manto y terciopelo marfil para la saya, lo que amplía la posibilidad de uso durante todo el año y no sólo en el mes de noviembre cuando únicamente se usa el color negro para ataviar la bendita imagen de María Santísima de La O.
El proceso de recuperación de los bordados se ha realizado aunando dos premisas: La continuidad en los procedimientos y técnicas tradicionales del bordado erudito sevillano y el empleo de los criterios científicos vigentes en materia de conservación y restauración de textiles. De igual modo se ha tenido como punto de partida la prioridad de uso de los bordados que justifica la naturaleza y alcance de las actuaciones que se han seguido.
Tras un completo examen y diagnóstico del estado de conservación del terno, se pudo constatar el nivel de deterioro y cual era el grado de afección y sobre todo el alcance de las alteraciones presentes en la obra. En función de esto se levantaron mapas y dibujos a escala natural para conservar escrupulosamente la disposición de los bordados sobre el soporte, antes de pasar a separarlos del mismo y colocarlos sobre bastidores donde sería acometida su intervención.
La propia naturaleza de los bordados propició el tipo y magnitud de los deterioros, observándose grandes cantidades de pérdida del envoltorio metálico de los hilos, haciendo visible su alma interior de seda amarilla. Por otra parte, La suciedad y los diversos procesos de alteración por oxidación y otros fenómenos químicos y físicos, habían oscurecido gran parte de los hilos conservados. De igual modo, se observaron grandes pérdidas de materiales como lentejuelas, canutillos etc. que formaban parte de la decoración más superficial de las piezas bordadas.
Con un carácter general, las actuaciones han tratado de mantener cuanto ha sido posible del original, pese a que estuviera parcialmente deteriorado, conservando así las pérdidas de envoltorio metálico, y sólo reintegrándose con oro nuevo aquellas zonas donde el hilo se había perdido completamente. En este punto es preciso señalar que el criterio de mínima intervención ha exigido que sólo se restituyan aquellas puntadas y zonas que se habían perdido, sin retirar nada de lo que se conservaba, cuando lo usual en este tipo de piezas es sustituir las pasadas de hilo completas cuando una parte de estas está deteriorada.
Para actuar de este modo ha sido clave la previa ordenación y recolocado de aquellos hilos que habían perdido su unión al soporte y se encontraban sueltos, permitiendo así delimitar las lagunas de hilo de oro más exactamente.
Las piezas que conservaban el hilo de oro se han sometido a un proceso de limpieza con medios químicos inocuos hasta recuperar en lo posible y sin alteraciones el brillo original.
Se han realizado de nueva factura en hilo de oro fino todas las ramas, tallos y espirales, los característicos ‘caracolillos’ que el obrador de Guillermo Carrasquilla incorporó para dar coherencia a la reordenación de las piezas bordadas procedentes de la túnica y que originalmente habían sido ejecutados en giraspe amarillo, material que aparte de encontrarse muy deteriorado, se ha considerado desmerecía del original.
De igual modo se ha realizado completamente de nueva factura toda la cenefa, que aunque era la original de la túnica de Nuestro Padre Jesús Nazareno, había llegado a nosotros en un estado irrecuperable, además de presentar graves discontinuidades y falta de coherencia por el proceso de adaptación que sufrió al colocarse en el manto y saya.
Cabe destacar que durante el proceso de recuperaciónse han podido documentar ampliamente las técnicas, puntos de bordado, composición y naturaleza de los rellenos y proceso de construcción de las piezas, lo que aporta un conocimiento esencial para la correcta puesta en valor de la obra, así como la extraordinaria riqueza y calidad de la decoración bordada.