Si damos una vuelta por el centro de Sevilla podemos ver a los típicos puestos ambulantes de castañas rodeados de una gran cantidad de humo.
«Por San Eugenio, pon las castañas al fuego», así cuenta el refrán el inicio de la época de este típico producto. Si nos dejamos guiar por este dicho, a partir del 15 de noviembre empezamos a ver vendedores ambulantes por las calles de Sevilla dejándonos en nuestra mente una imagen que nos retrae parte de nuestra infancia.
Las castañas asadas, el perfume navideño del centro de Sevilla
Sus orígenes en la Península Ibérica, según la leyenda, comenzaron de la mano de la Antigua Roma, que trajeron las castañas a distintas áreas de Hispania para aprovechar su madera. Este fruto seco en la actualidad incluso aparece en algunos restaurantes de la alta cocina, sin embargo la realidad es que al hablar de ellas una gran mayoría se imaginan los cartuchos preparados y rodeados de una gran cantidad de humo, parecida al incienso que vemos en las procesiones de Semana Santa.
Conocidos por ser uno de los comercios más tradicionales y acompañados de la llegada del frío, las calles sevillanas se llenan del inconfundible aroma de las castañas asadas. A pesar de ser una tradición imprescindible del otoño, los puestos de venta ambulante de castañas asadas son el signo definitivo de que las fechas navideñas se van acercando poco a poco.
A pesar de que en el libro de los gustos no hay nada escrito, estos pequeños frutos marrones han sido parte de la dieta sevillana durante generaciones y por ello tienen un lugar especial en el imaginario colectivo a la hora de recordar en las fechas navideñas.
