La recién acabada campaña de aceite de oliva en Andalucía es ya «la peor del siglo» y la comercialización se ha estabilizado en torno a las 90.000 toneladas de aceite, incluyendo las importaciones, a pesar de los altos precios para el consumidor.
Esto ha llevado al responsable de la Sectorial de Olivar y Aceite de UPA y secretario general de UPA-A, Cristóbal Cano, a afirmar que se trata de «una campaña complicada y muy influenciada por la baja producción, porque no superaremos las 700.000 toneladas de aceite de oliva». Esta cantidad confirma que «estamos ante la peor campaña del siglo».
Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la campaña de 2012/2013 fue de menor producción al quedarse en 618.000 toneladas de aceite de oliva, pero, ha seguido explicando, «sí es la peor si se tiene en cuenta el incremento de superficie productiva en la última década.
La superficie productiva ha pasado de 2.268.000 hectáreas en 2012 a 2.456.000 en 2022. «Son cerca de 200.000 hectáreas nuevas en diez años que no han significado un aumento productivo como tendría que haber ocurrido si la campaña hubiera sido normal y no hubiera estado condicionada por la fuerte sequía que sufrimos», argumenta Cristóbal Cano.
Según apunta UPA-A en un comunicado, estas cifras de la Asociación de Investigación y Cooperación Industrial de Andalucía (Aicia) también demuestran que la comercialización se estabiliza pese a «aquellos que, intencionadamente insisten en afirmar que no se vende aceite de oliva porque los precios para el consumidor están muy altos».
En los cuatro meses que van de campaña se han comercializado ya 420.000 toneladas, lo que supone una media de 105.000 toneladas
mensuales. «Esto demuestra la baja producción en España y que dependemos de terceros países, puesto que casi la mitad de lo que vendemos procede de las importaciones», concreta el secretario general de UPA Andalucía.
«No llegaremos a las 700.000 toneladas y si lo hacemos será por muy poquito. Esta bajísima producción supone que, a pesar de que la comercialización se ha estabilizado, no alcanzaremos un volumen disponible superior a 1.200.000 toneladas, sumando importaciones, enlace y producción final. Un dato que, no por ser esperado deja de ser
preocupante y confirma nuestras malas previsiones», explica Cano.
Febrero de 2023 entra con unas existencias totales de aceite de oliva de 760.312 toneladas, que se reparten en 490.580 toneladas en poder de las cooperativas y almazaras; 259.827 toneladas en manos de los envasadores y 9.905 toneladas en el Patrimonio Comunal Olivarero.
«El consumo está garantizado. Hay aceite suficiente disponible para garantizar el abastecimiento. Y el precio se encuentra, en la actualidad, estabilizado en unos niveles satisfactorios para el olivar tradicional», ha concluido el secretario general de UPA Andalucía.
«LA MERMA DE LA COSECHA SUPERA LOS PEORES AUGURIOS»
Por su parte, la organización agraria COAG-A ha reclamado un paquete extraordinario de medidas de apoyo al sector del olivar, tras confirmarse «la desastrosa» campaña de aceite de este año que ya venían advirtiendo los productores y que se encuentra a punto de finalizar.
«La merma de la cosecha, con respecto al pasado año, supera los peores augurios, incluido el aforo», ha señalado COAG-A en una nota, donde detalla que, según los datos de la AICA , a 31 de enero, la producción acumulada en Andalucía es de 466.227 toneladas, lo que supone un 58% menos de cosecha que la producción final del año pasado (1.113.643 toneladas de aceite), así como 120.773 toneladas de aceite menos de las previstas en el aforo realizado en el mes de septiembre.
Una merma más acusada incluso que la registrada a nivel nacional, que se sitúa en 614.331 toneladas de aceite, un 55% menos que la producción de la pasada campaña, que fue de 1.389.970 toneladas de aceite.
Ante estos preocupantes datos, el responsable de Olivar de COAG
Andalucía y secretario provincial de COAG Jaén, Juan Luis Ávila, ha manifestado que es necesario que el sector del olivar cuente con apoyos para poder superar esta nefasta cosecha en Andalucía y, especialmente en Jaén, derivada principalmente de la sequía, en una coyuntura además en la que los olivareros sufren los perjuicios de «un inasumible incremento de los costes de producción, derivado de la guerra de Ucrania, así como de la puesta en marcha de la nueva Política Agraria Común (PAC)».