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El jurado popular del juicio por el crimen de Rocío Cáiz recibe el objeto del veredicto

El jurado popular del juicio celebrado en la Audiencia de Sevilla contra el joven acusado de matar y descuartizar en Estepa en junio de 2021 a la joven de 17 años vecina de Martín de la Jara Rocío Caíz, con la que había mantenido una relación sentimental, ha recibido este jueves el objeto del veredicto, de cara a su pronunciamiento.

Durante la última sesión del juicio el jueves de la semana pasada, las partes elevaron a definitivas sus conclusiones provisionales, con algunos matices de refuerzo en el caso de la Fiscalía, que reclama para el acusado, identificado como A.N., 14 años de prisión por un delito de homicidio con las agravantes de parentesco y de género, así como cuatro meses más de cárcel por un delito contra los sentimientos religiosos y respeto a los difuntos con la agravante de parentesco.

La familia de Rocío Cáiz solicita de su lado dos años y diez meses de cárcel por un supuesto delito de maltrato habitual, un año y ocho meses de cárcel por dos delitos de lesiones, once años más por un presunto delito de agresión sexual con las agravantes de género y parentesco, prisión permanente revisable por un supuesto delito de asesinato con las mismas agravantes, cuatro años más de prisión por un delito contra el respeto a los difuntos, dos años más de cárcel por un delito de suplantación de identidad derivado de haber usado sus perfiles en las redes sociales tras el crimen y una multa por un delito leve de daños.

EL ÚLTIMO VIAJE DE ROCÍO CÁIZ

A la hora de comparecer como acusado en el juicio celebrado en su contra, A.N., de nacionalidad rumana y 25 años de edad, exponía que aquel 2 de junio de 2021, en un contexto de ruptura de su relación con Rocío Cáiz, ella se desplazó desde su hogar familiar de Martín de la Jara hasta la vivienda de él en Estepa pese a que él se había opuesto a que ella le visitase, según sus palabras.

No obstante, el taxista que la trasladó testificó que fue el acusado quien le telefoneó para que llevase a Rocío Cáiz desde Martín de la Jara a Estepa.

Según el acusado, que sólo accedió a responder a su abogado y a la fiscal, no así a las acusaciones particulares ni al representante de la Junta de Andalucía; su entonces expareja «se presentó» en su vivienda e insistió en acompañarle dentro del inmueble pese a que él «no quería que se quedase», relatando que después, ya en el interior de la casa, se besaron y practicaron sexo, toda vez que la familia de la víctima le achaca no sólo un presunto delito de asesinato, sino además una agresión sexual, extremo este último que no ha contado con confirmación por parte de los forenses.

PELEA CON «PATADAS Y MANOTAZOS»

Tras el acto sexual, según su relato, él usó su teléfono móvil para hablar con «unas amigas» y ella le habría arrebatado el aparato por celos, estrellándole el mismo en la cabeza y empujándole hasta hacerle caer al suelo, enzarzándose ambos en una pelea en la que intercambiaron «patadas y manotazos», así como insultos, según ha dicho.

Habría sido en ese marco, según el testimonio del inculpado, cuando tras un empujón contra una puerta, él cogió una cuerda que estaba allí depositada y que le quedaba a mano, usando la misma para rodear «de frente» el cuello de Rocío Cáiz, quien según aseguraba no dejaba de arañarle y golpearle, toda vez que la investigación policial le achaca haberla abordado por la espalda para estrangularla, así como también el forense encargado de la autopsia.

A.N. reconocía así que estranguló a su expareja, pero aseguraba que «en ningún momento» tuvo «intención» de matarla, exponiendo que cuando percibió que ella se había desvanecido y tenía los ojos enrojecidos, intentó reanimarla sin éxito, si bien la prueba de autopsia no localizó signos de reanimación en el cadáver de Rocío.

«NECESITABA TIEMPO PARA PENSAR»

El acusado admitió además que descuartizó el cuerpo de Rocío Cáiz y ocultó los restos del cadáver en bolsas diseminadas por diferentes puntos de Estepa, porque «necesitaba tiempo para pensar», reflejando las pruebas forenses que congeló algunas de las partes del cuerpo.

También para «ganar tiempo», según sus palabras, usó el perfil de Rocío en las redes sociales simulando ser ella, exponiendo que se entregó cuatro días más tarde, en el marco de la expectación mediática despertada por la desaparición de la menor, porque «ya no podía aguantar más y no podía respirar».

También negaba que pretendiese huir, manifestando que cuando se entregó en la sede de la Policía Local de Herrera llevaba más de 1.600 euros en metálico en su poder para poder «tener dinero en la cárcel» y que no lo hizo en Estepa porque le daba «vergüenza» hacerlo en un municipio donde él era conocido, toda vez que su padrastro testificó que el joven se dirigía a la estación de Estepa para «coger un tren e irse», pero su madre le convenció para que se entregase.

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