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Investigadores elaboran un mapa arqueológico de La Peña de los Enamorados con cuatro nuevas tumbas y 21.000 registros

Un equipo de investigadores de las universidades de Sevilla, Ginebra (Suiza) y Southampton (Reino Unido) está rematando estos días una campaña de prospecciones a pie de tierra y con drones en La Peña de los Enamorados, que se alza a 878 metros sobre el nivel del mar en la planicie de Antequera (Málaga); al objeto de redactar una carta arqueológica de este enclave con casi «21.000 registros» que muestran la ocupación humana de esta montaña durante los últimos 6.000 años, desde el Neolítico al siglo XX.

La Peña de los Enamorados, una mole de piedra caliza que se eleva a casi 880 metros sobre el nivel del mar, constituye un icono indiscutible del paisaje de la Vega de Antequera, al asemejarse su morfología a la silueta de un rostro humano en perspectiva horizontal.

Esta montaña está abarcada por la declaración aprobada en 2016 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés), incluyendo en su lista del Patrimonio Mundial a las construcciones megalíticas de Menga, Viera y El Romeral, es decir los dólmenes de Antequera; como «ejemplo simpar» del arte megalítico europeo, toda vez que La Peña dista unos seis kilómetros de los dos primeros megalitos y apenas dos kilómetros del tercero.

Más allá de los indicios de frecuentación humana de esta montaña en el Neolítico, la Edad del Cobre y la Edad del Bronce, la alineación del imponente dolmen de Menga, estrella indiscutible de este enclave y construido entre los años 3800 y 3600 antes de nuestra era; se corresponde precisamente con La Peña de los Enamorados y no con el lugar de salida del sol, extremo este último común en las construcciones megalíticas del sur de la península Ibérica.

EL DOLMEN DE MENGA Y LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS

Más al detalle, el eje del dolmen de Menga estaría alineado con el abrigo de Matacabras, enclavado al pie de un farallón de casi cien metros de altura en la cara norte de La Peña denominado Tajo Colorado y marcado por pinturas rupestres que reflejan el papel de este espacio para las comunidades prehistóricas. A unos cien metros de este refugio, por cierto, se localiza el sitio arqueológico de Piedras Blancas I, correspondiente al Neolítico tardío.

Precisamente en este último enclave era descubierta en 2020 una estructura prehistórica funeraria, de forma casi rectangular, de 4,5 metros de longitud por 1,45 metros de ancho y con restos óseos asociados a cinco individuos, en concreto cuatro adultos y un infante.

En este marco, el investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla Leonardo García Sanjuán, con una trayectoria profesional especialmente ligada al dolmen de Menga y La Peña de los Enamorados, ha explicado que hasta el momento, las investigaciones científicas acometidas en dicha montaña se habían centrado en el sector norte de este macizo, una zona caracterizada por vestigios del Neolítico y relacionada con las construcciones megalíticas de Antequera.

Ahora, este equipo dirigido por el investigador de la Universidad de Sevilla José Ruiz Flores, del Grupo de Investigación Atlas de la Hispalense al igual que García Sanjuán, quien participa también en este proyecto, ha acometido una campaña de prospecciones en La Peña de los Enamorados al objeto de elaborar una «carta arqueológica» al completo de esta singular montaña, «de norte a sur y de este a oeste».

La idea, según ha explicado el profesor Leonardo García Sanjuán, es «crear un mapa de todos los elementos arqueológicos» detectados hasta el momento en este macizo rocoso, unos vestigios que reflejan unos 6.000 años de frecuentación humana prácticamente «ininterrumpida» en el mismo.

TODO UN «RIQUÍSIMO COMPLEJO ARQUEOLÓGICO»

Enumerando vestigios como los ya mencionados, el profesor García Sanjuán ha expuesto que La Peña de los Enamorados resulta ser «un riquísimo complejo arqueológico» y esta campaña de prospecciones, con su posterior redacción de la citada carta arqueológica, supone el primer «trabajo integral, exhaustivo y sistemático» de recopilación de todos los registros prehistóricos e históricos de este emblemático espacio.

Toda una «importante base para futuras investigaciones», sobre todo al incorporar avances como la localización «exacta» de los citados casi 21.000 registros arqueológicos mediante posicionamiento GPS y levantamientos topográficos de los diferentes enclaves, gracias al uso de drones aportados por David Wheatley, profesor de la Universidad de Southampton, uno de ellos equipado con un dispositivo de teledetección por láser capaz de generar levantamientos LIDAR de alta precisión y «fotogrametría de alta resolución» del terreno, así como un análisis término del suelo.

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