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La voz y el piano de Pablo López iluminaron a las almas de la Plaza de España

En un mundo lleno de hipérboles, exageraciones y aditamentos comerciales, Pablo López volvió a demostrar el encanto que esconde lo sencillo, lo verdadero y sobre todo, lo auténtico.

Sevilla se vistió de fiesta. El Gran Derbi entre Sevilla y Betis, la procesión de la Virgen del Amparo, la agenda de los premios Grammys y el concierto de Pablo López regalaron a la capital de Andalucía una oferta multicultural al alcance de muy pocas ciudades.

A las nueve y diez de la noche se apagaban las luces de la carpa de Santalucía, ubicada en el corazón de la Plaza de España. Una atronadora ovación fue el preludió perfecto a la entrada triunfal del artista de la discográfica Universal.

Los primeros acordes de su inconfundible piano de cola nos evocaron a su actuación celebrada el pasado mes de junio en el Icónica Fest. En esta ocasión, Pablo López se despojó de su banda para presentar una puesta en escena en solitario que conquistó a todos los corazones que se concentraron en la Plaza de España. Tanto es así, que precisamente este sábado, 11 de noviembre, concluyó su gira nacional en Pamplona.

«El abrazo más grande de todos los tiempos» fue la canción elegida para inaugurar una de las baladas románticas más especiales que se recuerdan en el complejo arquitectónico que diseñase Aníbal González. El marco incomparable sirvió homenajear a la ciudad intercalando versos de «Sevilla»; uno de los himnos de la ciudad compuestos por Arturo Pareja Obregón.

La euforia, ilusión y júbilo del público adulto que mayoritariamente reinaba en la actuación, fue creciendo a tenor del repertorio elegido para el concierto. «La niña de la linterna», «El camino», «Quasi», «Vi», «Te espero aquí o «Mariposa» fueron de las canciones más aplaudidas por los vibrantes corazones que allí se congregaban.

Entre canción y canción, el artista malagueño enseñaba su lado más personal y humano con su público. Anécdotas, lecciones de vida, bromas y reflexiones existenciales llenaron de color y luz la carpa que protegía del frío a los asistentes del concierto. Tanto es así, que el propio Pablo bromeaba comparando el complejo efímero con un invernadero, debido al calor que producía. Incluso, preguntó el resultado final del derbi que levantó las risas del personal que allí se concentraba.

El concierto superaba la hora de duración y el juego de luces creaba un clima de intimidad que remataría Pablo López con el inconfundible pellizco de su voz rota y auténtica perfectamente sincronizada con su excelsa interpretación al piano. Una combinación al alcance de muy pocos artistas.

El artista hizo una redonda exposición de sus mejores obras estrenadas a lo largo de los últimos años. «Hijos del verbo amar», «El Mundo», «El gato», «El Patio» y «La mejor noche de mi vida» nos recordaron que aún queda esperanza en la industria musical. La esencia del pop español brilló más que nunca haciendo un recorrido en el tiempo que emocionó a los presentes.

La nostalgia se apoderaba de la Plaza de España. Las reminiscencias de la música del pasado verificaban que otro tiempo sí fue mejor. No faltaron los guiños a referentes del cantante malagueño como Pareja Obregón, Alejandro Sanz, o el propio Antonio Orozco que actuará este viernes en el mismo escenario.

Se acercaba el final. Los móviles se elevaban al cielo de Sevilla para iluminar a Pablo López que se quedó a oscuras para interpretar a capela «Lo saben mis zapatos» junto a la colaboración sonora de sus fans.

Una atronadora ovación sacudía la carpa de la Plaza de España para agradecer la incalculable felicidad que les había regalado Pablo López. Se encendieron las luces que anunciaban el final del concierto, pero Sevilla siguió coreando el nombre de Pablo López para que les regalase un último suspiro, en forma de «Tu enemigo».

Como bien saben en Triana y en la Macarena, la Esperanza es lo último que se pierde. Las luces de ambiente volvieron a apagarse para ser sustituidas por la iluminación del escenario. Pablo López volvió al escenario para rugir con «Tu Enemigo». La euforia volvió a desatarse y los corazones presentes cantaron al unísono el tema más popular y representativo del artista.

De esta forma concluyó un concierto que iluminó de felicidad, ilusión y alegría a las miles de almas que sonrieron con uno de los referentes del pop español. Su actuación fue una oda a la buena música, al pellizco y a la autenticidad que aún defiende Pablo López por todo El Mundo…

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