El arzobispo de Sevilla ha dado a conocer las conclusiones del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que se ha desarrollado desde el pasado miércoles en la Catedral de Sevilla. Los congresistas que se han dado cita en la nave del Crucero han asistido a la sesión final del congreso, poco después de que el paso con Nuestro Padre Jesús del Gran Poder ocupara su lugar en el trascoro, junto al resto de devociones que participarán esta tarde en la procesión de clausura. Saiz Meneses sobre el Congreso: “las hermandades y cofradías ofrecen un modelo de comunión y fraternidad»
Saiz Meneses sobre el Congreso: “las hermandades y cofradías ofrecen un modelo de comunión y fraternidad»
‘Una audaz renovación de la mirada’ es el lema general de un documento que ha presentado monseñor José Ángel Saiz Meneses, y que se estructura en cuatro “líneas de fuerza” y siete conclusiones prácticas.
El arzobispo ha comenzado agradeciendo a los congresistas “su participación, su compromiso y las valiosas aportaciones que han enriquecido cada una de las sesiones celebradas”. “Gracias a su espíritu de colaboración, este congreso ha cumplido su propósito de ser un espacio de diálogo fructífero y crecimiento mutuo”, ha añadido. El arzobispo ha destacado que en las distintas ponencias “ha ido poniéndose de relieve, muchas veces de forma implícita, la llamada fundamental a una audaz renovación de la mirada, como el modo concreto de las hermandades y cofradías para llegar a ser fermento en el mundo contemporáneo”.
Cuatro líneas de fuerza
Las cuatro “líneas de fuerza” del congreso son “encuentro, reflexión, contemplación y compromiso”. En cuanto a la primera, el arzobispo ha manifestado que “el congreso ha sido un espacio de encuentro” en el que se ha procurado “el acercamiento a Dios en la Iglesia”. Y ha aludido al discurso inaugural del legado pontificio, monseñor Edgar Peña, que nos recordaba que “la primera actitud que permite reflejar la imagen de Cristo en el seno de las hermandades y cofradías es la fraternidad, antídoto frente al aislamiento contemporáneo, que permite superar además toda forma de soledad”.
“La pertenencia a una cofradía o a una hermandad no es algo aleatorio, sino un hecho que está íntimamente ligado a la pertenencia familiar, primer ámbito de anuncio de la fe para los hijos”, ha afirmado el arzobispo. “Por ello, las cofradías no son simples sociedades de ayuda mutua o asociaciones filantrópicas”, ha añadido.
La segunda línea es la reflexión
Monseñor Saiz Meneses ha afirmado que “este ejercicio intelectual ha aportado luces para el presente, pero será ante todo una hoja de ruta para el futuro”. En este punto, el prelado hispalense ha partido de los tres pilares de las reglas de las hermandades -liturgia y culto, la permanente llamada a la formación y la hermandad como casa de caridad- para destacar, a la luz de las ponencias escuchadas durante el congreso, que hay cuatro perspectivas a considerar: la antropológica, la histórica, la teológica y la eclesiológica.
A continuación, ha hecho hincapié en que las conferencias presentadas han resaltado con claridad dos grandes proyecciones que emergen como ejes fundamentales de reflexión: “la evangelización y la identidad de las hermandades”. “Por un lado, hemos profundizado en cómo las hermandades, desde su rica tradición espiritual, están llamadas a ser instrumentos eficaces de anuncio del Evangelio, testimoniando una fe es celebrada, vivida y compartida. Por otro lado, se ha subrayado la importancia de reafirmar su identidad, entendida como un espacio de comunión y fraternidad en el que confluyen devoción, formación, compromiso pastoral y acción caritativa”, ha añadido.
“Un discípulo misionero”
El desafío de la evangelización en la actualidad implica, a juicio del arzobispo, no solo “humanizar la tecnología”, sino también “redescubrir la maravilla ante la belleza como vía privilegiada para el encuentro con Dios”. Además, monseñor Saiz ha aclarado que el cofrade que emerge de las reflexiones de este congreso se define como “un discípulo misionero, de profunda espiritualidad y sólida formación”.
El tercer eje del congreso es la contemplación, algo que se entiende urgente “en una sociedad acelerada que a menudo deja poco lugar para el silencio y la meditación”. Don José Ángel ha centrado su atención en “la mirada”: “a través de las imágenes, atravesando de parte a parte el impacto de su sensibilidad, alcanza su plenitud cuando se abre a un fenómeno que la desborda, pero en el que paradójicamente reconoce su identidad y su propia meta”.
“La mirada –tocada por la presencia de lo trascendente, al que no puede someter a su control o a su interpretación– se dispone entonces para la acogida de un don, en el marco de una experiencia auténtica de asombro y de respeto”, ha añadido. Ha abundado en esta idea para afirmar que “La imagen, a través de la veneración, debe ser atravesada por la mirada, como respuesta a una primera mirada, la que procede del mismo Dios”. Aludiendo al papa Francisco, el arzobispo ha pedido a los congresistas que cuiden “que nunca se pierda de vista la ‘carne’ de Jesucristo, esa carne hecha de pasiones, emociones, sentimientos, relatos concretos, manos que tocan y sanan, miradas que liberan y animan; de hospitalidad, perdón, indignación, valor, arrojo. En una palabra, de amor”.
“Respuesta concreta a las necesidades de los más vulnerables”
La misión es el cuarto eje de las conclusiones de un congreso que nos ha recordado que “que la piedad popular debe traducirse en obras concretas de amor y servicio con las que anunciar la Buena Noticia”. En este apartado ha subrayado que las hermandades, “arraigadas en sus comunidades de fe, tienen una responsabilidad clave en la evangelización y en la dimensión caritativa y social de la Iglesia”.
Esta cuarta línea de fuerza ha puesto de relieve la misión y el compromiso social de las hermandades, “entendidos como una respuesta concreta a las necesidades de los más vulnerables, pero, sobre todo, como una llamada directa a la conversión y a la santificación personal de sus miembros”. Este compromiso social, lejos de ser una acción aislada, se presenta como “una dimensión intrínseca a la espiritualidad de las hermandades”. Así, la acción social “no responde principalmente a las demandas externas”, sino que es una oportunidad para que “las hermandades encarnen de manera concreta el Evangelio, viviendo una fe que es al mismo tiempo veneración y compromiso con la realidad”.
“Una nueva imaginación de la caridad”
Además, monseñor Saiz Meneses ha subrayado que el congreso nos recuerda que “las hermandades están llamadas a ser escuelas de santidad, donde cada gesto de servicio y cada proyecto caritativo son una invitación a crecer en virtud, a fortalecer los lazos de fraternidad y a caminar juntos hacia la plenitud de la vida cristiana”. También están llamadas, ha añadido, “a desempeñar un papel fundamental en la construcción del Reino de Dios”. Aquí ha afirmado que, en un tiempo marcado por el individualismo y la fragmentación social, “las hermandades y cofradías ofrecen un modelo de comunión y fraternidad que responde a las necesidades profundas de pertenencia y encuentro humano”. Las hermandades, en suma, se convierten en “depositarias de una rica tradición, pero también en protagonistas activas de una evangelización que mira hacia el futuro, construyendo puentes entre la fe y la vida, y siendo reflejo de una Iglesia en salida, al servicio de la humanidad”.
En referencia a la obra social, monseñor Saiz ha citado a San Juan Pablo II para destacar que “Es la hora de un nueva ‘imaginación de la caridad’, que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno”. Este planteamiento convierte a las hermandades en “casas de caridad”.
Siete conclusiones prácticas
Finalmente, el arzobispo de Sevilla ha presentado siete conclusiones prácticas del congreso. La primera de ellas se resume en el redescubrimiento de la mirada transformadora de Dios: “Encuentro con Dios y contemplación”. En segundo lugar, ha subrayado que “las hermandades y cofradías han de ser un reflejo vivo de la comunión eclesial, enraizada en Cristo”. Aquí, el arzobispo habla de “casas y escuelas de comunión que testimonian el Amor de Dios”. En tercer lugar, monseñor Saiz habla del “misterio divino como fuente de la santificación”. Aquí ha destacado que la liturgia es “el acto de alabanza que hace posible el crecimiento en la santidad y la comunión eclesial”.
La cuarta conclusión práctica se resume en la necesidad de “ser fermento en medio del mundo”. Más concretamente, alude a un “testimonio valiente” del Evangelio en la sociedad contemporánea. En quinto lugar, hay que “hacer presente el amor de Dios en medio de su pueblo”, y responder a las necesidades actuales requiere “una nueva imaginación de la caridad, que ponga en juego la ayuda material a los más pobres, junto con la fraternidad y el reconocimiento de la dignidad personal”.
Formación
La formación en las hermandades es la sexta conclusión. De hecho, ha quedado también de manifiesto cómo “la formación cristiana debe ser una prioridad en las hermandades”. Finalmente, monseñor Saiz Meneses ha afirmado que es preciso impulsar la creación de “un observatorio como espacio de estudio y reflexión permanente sobre la piedad popular”. Este foro interdisciplinar está llamado a “continuar el análisis de la riqueza espiritual de las hermandades, a identificar los retos y los desafíos contemporáneos y a diseñar propuestas pastorales que fortalezcan su papel evangelizador en la Iglesia”.
Monseñor Saiz Meneses ha concluido la presentación de las conclusiones del congreso subrayando que, “ante las imágenes de nuestra devoción, también nosotros nos sentimos mirados, pues no son meras pantallas, sino que, en ellas, es Dios mismo quien cruza su viva mirada con la nuestra, hasta el punto de que somos vistos por el Señor, alcanzados por el milagro de su Vida, de su Carne”.