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Un estudio del CSIC constata el beneficio de los pastizales en la biodiversidad y apunta a subvencionar la conservación

Un equipo internacional en el que participa la Estación Biológica de Doñana (EBD), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha demostrado en un nuevo estudio que el mantenimiento de praderas adyacentes a cultivos «incrementa la abundancia y diversidad de polinizadores», incluyendo especies raras y endémicas, lo que favorece su conservación. «Los resultados serán claves para diseñar las políticas agrarias europeas y respaldar la necesidad de subvencionar acciones de conservación», adelanta el CSIC.

Según ha indicado el Consejo en una nota de prensa, el estudio concluye que, aunque estos pastizales ayudan a obtener una mayor producción agrícola gracias al servicio que prestan estas especies, los costes y beneficios de su mantenimiento hacen que este sistema no sea económicamente rentable.

La investigación se enmarca dentro del proyecto europeo ‘Showcase’, que busca «crear sinergias y puentes de conocimiento» entre el sector de la agricultura y el de la gestión de la biodiversidad con el objetivo de «facilitar una transición del sector agrícola hacia una agricultura más sostenible». Actualmente, esta línea de investigación se está continuando en la Vega del Guadalquivir.

El análisis que da soporte al estudio presentado se ha hecho en el sur de Francia, en más de 20 campos de girasol, el más extenso en Europa. El equipo cuantificó los beneficios ecológicos, agrícolas y económicos de un sistema agrícola intensivo respetuoso con la biodiversidad, caracterizado por mantener áreas de pastizal adyacentes a los cultivos de girasoles.

«Es la primera vez que se evalúa todo el proceso, desde el manejo del paisaje, la biodiversidad en zonas naturales y agrícolas, el efecto sobre la producción y los aspectos económicos», explica Ignasi Bartomeus, investigador científico en la Estación Biológica de Doñana.

Los resultados indicaron que, al reducir la intensidad del uso del suelo en los pastizales, se aumentaba de forma drástica la disponibilidad de flores y también la diversidad de abejas silvestres, incluidas las especies raras. La agricultura no sólo tiene impactos negativos sobre la biodiversidad en general, sino que también afecta a la biodiversidad funcional que sostiene la propia agricultura, como los polinizadores silvestres, un grupo en «declive» en la actualidad.

Además, el estudio constató que los pastizales ayudaban a aumentar la producción de los campos de girasol vecinos gracias a los efectos positivos del incremento de polinizadores. No obstante, al evaluar el rendimiento económico de este sistema, los resultados no fueron tan favorables.

Los beneficios económicos atribuidos al incremento de la polinización y de la producción agrícola no superaban los costes que conllevaban la reducción del rendimiento en las áreas de pastizal. En definitiva, las conclusiones señalan que sí se puede ayudar a la conservación de los polinizadores en paisajes agrícolas, pero no es posible hacerlo si sólo se piensa en términos de rentabilidad económica.

Según los investigadores, la importancia de la biodiversidad va más allá de los beneficios económicos, ya que brinda servicios útiles para los seres humanos, como la polinización de los cultivos. Sin embargo, este planteamiento está generando corrientes que pueden ir en contra de la conservación. «Con este estudio, vemos que a pesar de que es posible conservar la biodiversidad en zonas agrícolas y obtener una mayor producción, no tiene por qué ser rentable. Necesitamos valorar la conservación más allá de los términos económicos», afirma Bartomeus.

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